viernes, 4 de junio de 2010

"El día que me encontré con él"

Sobre un personaje de un texto de Boris Vian

Mi blusa de gasa violeta caía hacia un costado dejando mi hombro derecho al descubierto. El sol y la mirada de aquel hombre quemaban mi piel. La situación me resultó sensual y divertida, a tal punto, que nuestros cuerpos en pocos minutos pasaron de ser extraños a conocerse profundamente.
-invasivos
-delirantes
-oportunos
Un suave balanceo nos colmaba de un sutil placer y al instante lo sutil se tornaba feroz, desenfrenado. Su cuerpo trabajado me excitaba, me hacía suponer una inigualable resistencia física.
Inoportunamente el sonido del teléfono nos llamó a la realidad. Él atendió: "Aló?! Sí. Sí sí. Habla Serafinio. SERAFINIO ALBARAIDE"
[Había dicho Serafinio Albaraide...]
Yo conocía ese nombre, era el acompañante de mi marido.
Después de escuchar ese nombre la habitación se tornó oscura. Todo se desdibujó. Sentí un profundo frío. Un frío intenso, no en mi piel
-en mi ser
-en mi alma
- en el después.
En puntillas, casi flotando, atravesé la habitación. De afuera miré por la ventana y pude ver a Serafinio que mordía mi rosto brutalmente. Acariciaba mi cuerpo a sacudidas. Intentaba penetrarme en un delirio que no podía concretar.
Quise entrar pero ya no pude. Un extraño viento me agitaba hacia el lado opuesto.
Ví como Serafinio acomodaba mi cuerpo en la cama arropándolo
-sin apuro
-sin censura
-sin sentido
-casi con ternura.
Se vistió.
Y sin volver la vista cerró la puerta y bajó las escaleras.

.- eve .-

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